Perdón si me tiembla la letra al
escribir esto, es que ya son muchos los textos que te dediqué.
Decidí sacar
nuevamente mi cuaderno y volver al pasado, alejarme de la computadora para que
esta vez, este texto, tenga esa cuota de privacidad y esfuerzo extra que nos
saca la tecnología.
Pasaron varios días desde la última
vez que viniste a verme, y así como llegaste…desapareciste.
Ya no te encuentro en mis noches
de insomnio, no interrumpís mis lluvias artificiales (mal llamadas duchas) y
mis mates y cafés carecen de tu compañía.
Creo que nunca voy a entenderte,
pero igualmente vuelvo a caer. Sé que te vas a ir, pero cuando apareces dejo
todo por vos, todo pierde su importancia y vos sos mi único sentido. Un poco
enfermizo, ¿verdad?
Estos días, mientras te esperaba,
pensaba ¿Cómo sería vivir sin esto? Alejarse de esta adrenalina y empezar a vivir
cómoda y relajada, pero creo que, con el pasar de los días, seria aburrido.
Cuando te conocí, supe que sería
difícil alejarse.
Como no apareciste tuve que
ponerme a investigarte y, como ya se sabe: ”El que busca, encuentra”. A pesar
de que sabía cómo podía terminar, no sabía si estaba preparada. Encontré otras historias, otras
personas que te esperan y que te extrañan como yo.
¡Haces lo mismo con todos!
Ahí fue donde me acorde de nuestros
últimos momentos, donde todo encajaba a la perfección, como la pieza de un
rompecabezas o el giro argumental de un gran libro. Tendrías que entender que
juntas somos explosión, somos fuerza, alegría, calma y silencio, somos todas
las sensaciones comprimidas en una sola. Logras sacar la mejor versión de mi misma.
Creo que lo estoy entendiendo y
acepto que esto no depende de mí. Ponete contenta, ya no te voy a buscar en mis
noches, en mis mañanas ni en mis recuerdos. Voy a aprender a vivir sin culpa,
le voy a decir hola a mis días de Netflix, a las salidas hasta largas horas con
amigos y a las horas vacías en Instagram.
Ya no te espero.
Ya no te esperaba…Pero hoy
volviste a hacerlo, en mitad de mi mañana apareciste como un huracán, te
tiraste sobre mí y alborotaste todos mis textos a medio escribir que tenía
sobre la mesa. Juntas de nuevo, entre tinta y pasión revivimos todos esos momentos que habíamos compartido y proyectamos nuevas
cosas a futuro. Fue tan intenso, desordenado, desconectado e interrumpido como
todos nuestros encuentros. Pero volvió a ocurrir…mientras me decías los
últimos susurros al oído te volviste a ir.
Pasaron dos horas desde que me dejaste y ya te vuelvo a
extrañar, amada inspiración.
Por Anahí Boragnio